La inteligencia artificial generativa ha dado un importante paso adelante, convirtiéndose en una tecnología que puede operar de manera completamente autónoma, sin necesidad de intervención humana. Esta nueva forma de IA, conocida como “Agentic”, representa una evolución de las versiones anteriores, que generalmente requerían la participación humana para funcionar.
Los “agentes” de esta nueva inteligencia artificial son más adaptables y capaces de autoaprendizaje. Esto les permite colaborar con otras personas o máquinas, aprender continuamente, mejorar procesos y resolver problemas complejos en los negocios.
Los expertos resaltan que la clave está en aplicar esta tecnología de manera ética y responsable, asegurando que contribuya al progreso social y económico. Es fundamental establecer límites claros sobre lo que se puede y no se puede hacer con esta tecnología, así como diferenciar entre los “poderes” y los “deberes” de la inteligencia artificial.
En este contexto, algunas grandes empresas están adoptando estrategias para aprovechar las oportunidades que presenta esta “nueva era” de la inteligencia artificial. Por ejemplo, las multinacionales Nvidia y Accenture han creado un equipo de aproximadamente 30,000 profesionales para acelerar la implementación de esta tecnología en sus centros de innovación en Europa, Asia y América.
Otro caso es el de Celonis, una empresa alemana que ha lanzado una herramienta llamada “AgentC”. Esta herramienta utiliza “agentes de IA” con amplios conocimientos empresariales para mejorar la eficiencia de las organizaciones.
Juan Ignacio Rouyet, presidente de We The Humans, comenta que, aunque ya existen IA que pueden tomar decisiones, la “Agentic” puede hacerlo en tiempo real. Esta IA utiliza datos actualizados y puede planificar acciones sin que un humano se lo indique. Por ejemplo, podría monitorizar a un paciente para decidir el tratamiento más adecuado o vigilar ciberataques de manera constante.
Rouyet advierte que aún estamos en una fase de expectativas exageradas sobre esta tecnología. Sostiene que es esencial establecer límites claros y garantizar que la IA sea segura y equitativa, manteniendo siempre la supervisión humana.
Alberto García Arrieta, de Accenture España, agrega que esta evolución de la inteligencia artificial permite una colaboración más efectiva entre humanos y máquinas, especialmente en situaciones complejas. Resalta la importancia de la inteligencia emocional y la experiencia humana en la toma de decisiones.
Finalmente, ambos expertos coinciden en la necesidad de marcos regulatorios que guíen el desarrollo de la inteligencia artificial, garantizando transparencia y la incorporación de valores humanos en su diseño. El objetivo es que la autonomía de la IA siempre esté alineada con los principios y valores de la sociedad.