SpaceX llevó a cabo con éxito la sexta prueba de su cohete Starship, el más grande jamás construido, en un lanzamiento desde la base Starbase, ubicada en Boca Chica, Texas. Este evento contó con la presencia del fundador de la compañía, Elon Musk, y del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
El Starship despegó alrededor de las 16:00 horas locales y aterrizó intacto en el océano Índico una hora después. Aunque durante el descenso perdió parte del material protector que recubre el cohete, esto no impidió que completara la prueba satisfactoriamente.
A diferencia de la quinta prueba, SpaceX decidió no intentar recuperar el propulsor ‘Super Heavy’. En esta ocasión, el equipo técnico dejó que cayera en el golfo de México, una maniobra que no ha sido explicada por la empresa.
Objetivo del Starship
El cohete Starship es clave en los planes de SpaceX para establecer colonias permanentes en la Luna y Marte. Si obtiene las certificaciones de la NASA, podría participar en la misión Artemis III, programada para 2026, que llevará nuevamente a astronautas a la superficie lunar después de más de 50 años.
Críticas por impacto ambiental
El lanzamiento del Starship no estuvo exento de controversias. Grupos ambientalistas han cuestionado los efectos de las operaciones de SpaceX en Boca Chica, una región cercana a parques naturales y refugios de vida silvestre que albergan especies en peligro de extinción.
En julio de este año, varias organizaciones solicitaron al Gobierno federal que detuviera los lanzamientos desde esta base, acusando a las autoridades de no evaluar correctamente el impacto ambiental.
Elon Musk, conocido por sus posiciones críticas hacia la regulación gubernamental, liderará una iniciativa respaldada por Trump para reducir lo que consideran una “excesiva burocracia” en las agencias federales.
Mientras SpaceX avanza hacia sus objetivos en el espacio, las preocupaciones ambientales plantean un debate sobre el equilibrio entre el progreso tecnológico y la preservación de los ecosistemas naturales.