La macroeconomía mexicana ha logrado captar una atención positiva sin precedentes en Wall Street, generando comentarios favorables de importantes actores financieros como Jamie Dimon de JP Morgan, quien destaca un significativo aumento del capital en México durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Este panorama optimista se refleja en pronósticos de récords en fusiones y ventas de bonos corporativos desde Nueva York.
A pesar de los elogios a la economía mexicana, un foco de preocupación persiste en Wall Street y entre los banqueros de la Ciudad de México, centrado en las finanzas de Petróleos Mexicanos (Pemex). Pemex, catalogada como la petrolera más endeudada del mundo con una deuda que supera los 105 mil millones de dólares, respaldada por el Tesoro mexicano, representa el único frente de tormenta que amenaza la estabilidad financiera.
Aunque el presidente López Obrador ha destinado 798 mil millones de pesos para respaldar a Pemex, la deuda total de la empresa ha aumentado en 250 mil millones de pesos, marcando un incremento del 7% con respecto al final del sexenio anterior. Simultáneamente, Pemex ha experimentado un aumento del 2.5 en su deuda de corto plazo.
Las emisiones de bonos de Pemex actualmente son un 4% más costosas que las del soberano, y la falta de percepción de un cambio en la dirección de la gestión de la empresa dificulta cada vez más la refinanciación de los pasivos. En noviembre, Pemex se vio obligada a refinanciar 8300 millones de dólares, pero solo pudo hacerlo a tres años.
El desafío financiero de Pemex se refleja en todos los aspectos de su operación bajo la dirección de Octavio Romero: la producción ha disminuido un 3%, alcanzando menos de 1.7 millones de barriles diarios, las refinerías operan al 50%, y los productos de Pemex aún contienen niveles elevados de azufre, incumpliendo con las normas internacionales.
La falta de definiciones contundentes sobre el futuro de Pemex por parte de Claudia Sheinbaum, quien tiene altas probabilidades de convertirse en la próxima presidenta, contribuye a la incertidumbre. En sus reuniones con empresarios, Sheinbaum aborda el tema de Pemex desde una perspectiva racional y amigable con el medio ambiente, pero proporciona pocos detalles o precisiones sobre el perfil del próximo director general que planea designar.