La reciente muerte de Alexei Navalny, ha avivado las sospechas sobre una serie de fallecimientos de opositores y críticos del régimen.
Navalny, quien cumplía una condena de 19 años en prisión por cargos ampliamente considerados como políticamente motivados, se suma a una lista de figuras prominentes que han perdido la vida en extrañas circunstancias tanto dentro como fuera de Rusia.
Uno de los casos más destacados es el de Yevgeny Prigozhin, fundador del grupo de mercenarios Wagner, quien murió en un misterioso accidente aéreo en Moscú. Prigozhin, previamente aliado cercano de Putin, desafió abiertamente el poder del presidente ruso, lo que llevó a especulaciones sobre un posible papel del Kremlin en su muerte.
Otros opositores, como Vladímir Golovliov y Serguéi Yushenkov, también perdieron la vida en circunstancias sospechosas. Golovliov, un ex diputado que había roto con Putin y comenzado a criticarlo, fue asesinado a tiros en Moscú. Yushenkov, quien investigó los atentados en Rusia en 1999, también fue tiroteado en la capital rusa.
El caso más notable internacionalmente fue el asesinato de la periodista Anna Politkovskaya, conocida por sus denuncias sobre abusos de derechos humanos en Chechenia. Aunque se condenó a supuestos autores materiales del crimen, las autoridades nunca identificaron quién ordenó su asesinato.
La lista continúa con figuras como Boris Nemtsov, ex viceprimer ministro y destacado crítico de Putin, quien fue asesinado cerca del Kremlin en 2015. Otros casos incluyen a ex espías como Alexander Litvinenko y Serguéi Skripal, quienes murieron envenenados en el extranjero.
Estos misteriosos fallecimientos han llevado a sugerencias de que el Kremlin podría estar detrás de una campaña para eliminar a sus críticos y opositores, silenciando así cualquier desafío interno al poder de Putin.
Sin embargo, las autoridades rusas han negado cualquier implicación en estos eventos, dejando muchas preguntas sin respuesta y alimentando la desconfianza hacia el régimen de Putin.