- La presencia de mercenarios rusos de Wagner en Kaga-Bandoro ha traído tanto alivio como temor a los residentes.
- Desde que Wagner ayudó a liberar la ciudad del control rebelde en abril de 2021, la seguridad ha mejorado, pero los abusos y la violencia persisten.
- La población, aunque agradecida por la paz relativa, vive con el miedo de los abusos por parte de los mercenarios y los ataques de los rebeldes.
En Kaga-Bandoro, una ciudad de 146,000 habitantes en el centro-norte de la República Centroafricana, los mercenarios rusos del grupo Wagner han traído una mezcla de esperanza y temor. Desde que Wagner, en colaboración con las Fuerzas Armadas centroafricanas, ayudó a liberar la ciudad de los rebeldes Séléka en abril de 2021, la seguridad ha mejorado significativamente. Los residentes pueden moverse con mayor libertad y han visto un aumento en la estabilidad.
Sin embargo, la presencia de Wagner no ha eliminado el miedo. Aunque la intervención de los mercenarios ha disminuido el control rebelde, los abusos y la violencia perpetrados por ellos siguen siendo una preocupación para la población local. Las violaciones de derechos humanos y actos de violencia han ensombrecido la aparente paz, dejando a los residentes en un estado de constante inquietud.
La vida en Kaga-Bandoro sigue marcada por este doble sentimiento. Mientras que algunos ciudadanos agradecen la mejora en la seguridad y la posibilidad de reanudar sus actividades cotidianas, otros viven con el temor de los abusos por parte de los mercenarios y de posibles ataques por parte de los rebeldes que aún operan en las afueras de la ciudad. El equilibrio entre la paz y el miedo sigue siendo frágil, reflejando las complejidades de la situación en la región.