- Un fósil de abeja del Mioceno, Leioproctus barrydonovani, desafía las teorías anteriores sobre los polinizadores en Nueva Zelanda.
- El hallazgo en el yacimiento de Hindon Maar ofrece una nueva visión sobre la antigüedad de las abejas en la región.
- Investigaciones futuras podrían arrojar más detalles sobre la relación de este fósil con las abejas modernas.
Un reciente descubrimiento paleontológico en Nueva Zelanda ha desafiado la comprensión existente sobre la evolución de las abejas en la región. El hallazgo, realizado en el yacimiento de Hindon Maar en Otago, consiste en un fósil de Leioproctus barrydonovani, una abeja que vivió hace 14,6 millones de años durante el Mioceno Medio. Este fósil, que representa el registro más antiguo de este tipo de insecto en la zona, plantea preguntas cruciales sobre la presencia y adaptación de las abejas en la isla.
El ejemplar pertenece al género Leioproctus, un grupo de abejas que aún habita en Nueva Zelanda y Australia. La morfología del fósil sugiere que estaba adaptado a la polinización de plantas autóctonas, lo que podría proporcionar información clave sobre la historia ecológica de la región. El yacimiento de Hindon Maar, un depósito volcánico excepcionalmente bien conservado, ha preservado detalles precisos sobre el entorno de la época, lo que ha permitido una reconstrucción minuciosa de las condiciones en las que vivió esta especie.
Según los científicos que realizaron el hallazgo, la biota de Nueva Zelanda refleja una combinación de linajes antiguos y especies que se diversificaron después de la separación del continente de Gondwana hace unos 80 millones de años. Este descubrimiento sugiere que las abejas podrían haber sido parte de esa historia evolutiva mucho antes de lo que se pensaba.
El fósil de Leioproctus barrydonovani también ha puesto en duda las teorías previas sobre la llegada de las abejas a Nueva Zelanda. Mientras que se pensaba que los polinizadores llegaron en tiempos más recientes, probablemente durante el Pleistoceno, este hallazgo indica que su linaje podría haber estado presente en la isla desde hace al menos 14,6 millones de años, mucho antes de lo que se creía.
Impacto en la evolución de las abejas
Este descubrimiento desafía la noción de que las abejas modernas de Nueva Zelanda provienen de colonizadores recientes desde Australia. En cambio, Leioproctus barrydonovani sugiere que podría haber existido una población estable de abejas en la región durante el Mioceno, lo que abre nuevas perspectivas sobre la evolución y dispersión de estos insectos.
Hoy en día, Nueva Zelanda alberga 42 especies de abejas nativas, de las cuales 28 son endémicas. Aunque la diversidad de abejas en la región es relativamente baja en comparación con otras partes del mundo, los investigadores plantean que esto podría explicarse por eventos de extinción masiva. Además, se plantea la hipótesis de que la competencia con otros polinizadores, como las moscas, podría haber influido en la escasa consolidación de las abejas como los principales polinizadores en Nueva Zelanda.
Relación con las abejas actuales
Un aspecto fascinante de este hallazgo es su posible conexión con las abejas actuales de Nueva Zelanda. Aunque el fósil pertenece al género Leioproctus, aún no está claro si representa un ancestro directo de las abejas modernas o si pertenece a una línea extinta. Los científicos barajan dos teorías: una que sugiere que esta especie fue parte de una colonización temprana por parte de Leioproctus, que no sobrevivió, y otra que plantea que es un antecesor directo de las especies nativas actuales.
A medida que avanzan las investigaciones, los científicos esperan que el análisis de nuevos fósiles proporcione más información sobre el pasado de las abejas en la región y su conexión con las especies actuales.
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