• El asalto, que duró solo siete minutos, aprovechó una zona en obras y una débil reacción de seguridad.
• Un especialista en riesgos señala deficiencias en la prevención, detección y respuesta del museo.
• Propone un modelo integral de protección para evitar futuros ataques en instituciones culturales.
Un robo audaz en pleno día
El robo ocurrido el pasado domingo en el Museo del Louvre, en París, fue posible por lo que expertos califican como un “estrepitoso fallo” en la seguridad. Cuatro ladrones accedieron al primer piso del edificio usando un montacargas, rompieron una puerta de cristal y destrozaron dos vitrinas de la Galería de Apolo para sustraer ocho joyas de la corona francesa, valoradas en 88 millones de euros.
El atraco duró apenas siete minutos, tiempo suficiente para que los delincuentes tomaran las piezas y escaparan en dos motocicletas. Durante la huida, perdieron una de las joyas más valiosas: la corona de la emperatriz Eugenia de Montijo.
Una seguridad vulnerable y lenta
Según el analista de riesgos y experto en seguridad José Luis Gómez Calvo, el robo evidenció deficiencias graves en dos aspectos clave: la prevención y la reacción. A su juicio, la zona por la que entraron los ladrones era especialmente vulnerable debido a las obras en curso, lo que facilitó su acceso.
“El museo falló tanto en la detección temprana como en la respuesta. Siete minutos pueden parecer poco, pero son más que suficientes para activar un protocolo de contención”, explicó Gómez.
El especialista considera que los asaltantes conocían perfectamente la estructura del edificio y aprovecharon esa debilidad. Sin embargo, duda de su profesionalismo, ya que dejaron objetos personales, hicieron mucho ruido durante la operación y perdieron una de las piezas robadas.
Cómo debió funcionar la protección del museo
El experto plantea que un museo de la magnitud del Louvre debe contar con un sistema de seguridad integral, basado en tres niveles de protección: física, electrónica y humana.
1. Protección física:
Las puertas, ventanas y vitrinas deben estar fabricadas con materiales blindados y cristales de alta resistencia. Las obras y joyas más valiosas deben exhibirse tras vidrios reforzados con sensores de rotura y estructuras antivandálicas.
2. Protección electrónica:
El sistema debe incluir cámaras de videovigilancia con análisis inteligente, detectores de movimiento y sensores de vibración en muros y cerramientos. Además, debe haber un sistema perimetral de alerta que detecte intrusiones por fachada, con visión nocturna y reconocimiento facial.
3. Reacción inmediata:
Un equipo de seguridad preparado y ubicado en puntos estratégicos debe ser capaz de responder en menos tiempo del que tarda un intruso en completar su acción. Esto exige comunicación directa con el centro de control y una red eléctrica y de telecomunicaciones ininterrumpida.
Indignación y revisión del sistema
Tras el robo, la presidenta del Louvre, Laurence des Cars, fue citada ante el Senado francés para explicar los fallos del sistema. Mientras tanto, la ministra de Cultura, Rachida Dati, defendió que el dispositivo “funcionó correctamente”, aunque reconoció la necesidad de modernizar la videovigilancia y reforzar el control de las zonas en obras.
“El Louvre es más que un museo; es el símbolo de la cultura y la historia francesa. Este robo es una herida para todos nosotros”, declaró Dati ante la Asamblea Nacional.
Lecciones del robo
El caso ha reabierto el debate sobre la protección de los grandes museos. Los especialistas coinciden en que la seguridad debe combinar tecnología avanzada, análisis de riesgos y personal capacitado para actuar en segundos ante una intrusión.
La Galería de Apolo, donde ocurrió el robo, permanecerá cerrada indefinidamente mientras continúan las investigaciones. Las joyas sustraídas, pertenecientes a la época napoleónica, siguen sin aparecer.





