Tras 35 años desde su fundación por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se enfrenta a una grave encrucijada que podría significar su desaparición. Los resultados de las últimas elecciones lo colocan al borde del abismo, con solo un 2.43% de los votos obtenidos, por debajo del requisito mínimo del 3% para mantener su registro.
El dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano, reconoce la seriedad de la situación, aunque mantiene la esperanza de revertir algunos resultados mediante impugnaciones ante el Tribunal Electoral. Sin embargo, si estas no tienen éxito, Zambrano contempla la posibilidad de reconstruir el partido bajo un nuevo nombre.
La difícil situación del PRD se atribuye a varios factores, incluyendo una elección marcada por irregularidades y la pérdida de confianza de la población en la coalición opositora. Zambrano destaca la presión ejercida por el gobierno y la compra de votos como elementos determinantes.
La eventual desaparición del PRD dejaría un vacío en el espectro político, según Zambrano, quien argumenta que el partido representa una izquierda socialdemócrata, algo que desaparecería con su registro.
Para algunos analistas, como José Antonio Crespo, la desaparición del PRD no tendría un impacto significativo, ya que el partido ha ido perdiendo relevancia desde que Andrés Manuel López Obrador abandonó sus filas para fundar Morena. Considera que la alianza con PAN y PRI fue un intento desesperado por mantenerse a flote, pero que finalmente no logró convencer a los votantes.
Juan Carlos Rivera, politólogo del Tec de Monterrey, señala la falta de coherencia ideológica como uno de los factores que han debilitado al PRD, y advierte a otros partidos que tomen nota de su destino.
En resumen, la posible pérdida del registro del PRD marca un hito en la política mexicana, con implicaciones para el panorama partidista y el futuro de la izquierda socialdemócrata en el país.