El Papa Francisco lideró la misa de la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro del Vaticano, en la que destacó la importancia de superar la desesperación, especialmente para aquellos pueblos que han sido devastados por el mal y la injusticia. La ceremonia, que duró más de dos horas, estuvo marcada por la participación activa del pontífice, quien renunció al vía crucis del Coliseo para cuidar su salud.
Durante la homilía, el Papa Francisco hizo referencia a los obstáculos que a menudo enfrentan las personas, como la pérdida de seres queridos, los fracasos y la indiferencia, que pueden sumirnos en la desesperación. Además, destacó la importancia de Jesús como la luz que nos saca de la oscuridad del pecado y la muerte, ofreciendo perdón y vida eterna.
El Papa dedicó palabras especiales a los “pueblos destruidos por el mal y golpeados por la injusticia”, instándolos a apartar la desesperación en esta noche de Pascua. Reconoció su sufrimiento y ofreció un mensaje de esperanza y solidaridad en medio de sus dificultades.
La Vigilia Pascual fue una ceremonia cargada de simbolismos, desde la bendición del fuego hasta la procesión con las velas encendidas, simbolizando la luz de Cristo que llega para iluminar las tinieblas del mundo. La participación de 6.000 fieles y el bautismo de ocho adultos de diferentes nacionalidades realzaron aún más el significado de este evento litúrgico.
La Vigilia Pascual, presidida por el Papa Francisco, no solo fue un momento de celebración de la resurrección de Jesús, sino también una ocasión para reflexionar sobre la esperanza y la solidaridad en medio de las dificultades. Con sus palabras y gestos, el Papa ofreció un mensaje de aliento y compasión para todos aquellos que sufren en el mundo.