Olvidar es una función natural de la memoria que nos permite avanzar y hacer espacio para nueva información en nuestras vidas cotidianas. Aunque a veces puede resultar molesto, especialmente a medida que envejecemos, es esencial entender que nuestros recuerdos no son tan infalibles como creemos.
Cuando recordamos algo, nuestro cerebro pasa por un proceso que implica aprender (codificar), almacenar y recuperar la información cuando es necesaria. El olvido puede ocurrir en cualquier etapa de este proceso, desde la codificación inicial hasta la recuperación.
En el momento en que la información sensorial llega al cerebro, no podemos procesar toda la cantidad. La atención se convierte en un filtro crucial, permitiéndonos identificar y procesar lo que consideramos importante. Por lo tanto, el olvido en esta etapa, como no recordar el nombre de alguien durante una cena distrayente, es común y normal.
El ensayo y la repetición son elementos cruciales para la memoria. Los recuerdos que repetimos con frecuencia tienden a durar más tiempo. Sin ensayo, la memoria tiende a desvanecerse en uno o dos días, como demostró el psicólogo Hermann Ebbinghaus en la década de 1880.
El envejecimiento puede acentuar la sensación de olvido, ya que acumulamos más experiencias y recuerdos. La interferencia entre recuerdos, o solapamiento, dificulta la recuperación de información. Sin embargo, este tipo de olvido no suele ser motivo de preocupación.
Es importante destacar que olvidar no siempre afecta negativamente la toma de decisiones. Aunque puede ser más frecuente con la edad, no debe temerse en sí mismo ni en los demás. Aún así, ciertos patrones de olvido, como hacer las mismas preguntas repetidamente, pueden ser indicativos de problemas más serios y deben abordarse con un profesional médico.