Recientemente, se han reportado disturbios entre trabajadores norcoreanos en China, quienes se amotinaron al descubrir que no recibirían su salario, el cual había sido desviado para la fabricación de armas destinadas a Pyongyang.
Estos casos de protestas son raros en Corea del Norte, donde el control estatal es casi absoluto y la disidencia puede ser castigada con la muerte.
Aunque los informes de los disturbios no han sido confirmados, generan preocupación por el bienestar de miles de ciudadanos norcoreanos en el extranjero, quienes trabajan para generar ingresos para el régimen.
Se estima que unos 100.000 norcoreanos son enviados al extranjero, principalmente a fábricas en China, donde ganan divisas para el régimen. Sin embargo, durante la pandemia, muchos trabajadores quedaron atrapados fuera del país, algunos por hasta siete años, lo que ha aumentado el descontento.
Los trabajadores textiles, en particular, han visto retenidos sus salarios y se les ha prometido que se les pagará a su regreso a Corea del Norte.
La situación es aún más preocupante para aquellos en empresas de bajo rendimiento, donde las condiciones son aún peores. Se informa que algunos trabajadores no tienen acceso a calefacción en invierno y están sujetos a largas jornadas laborales, de hasta 14 horas al día.
Además, se ha denunciado un aumento en el control ejercido sobre los trabajadores en los últimos años, con casos de humillación pública y abuso físico por parte de los gerentes.
A pesar de las sanciones de la ONU que prohíben a Corea del Norte enviar trabajadores al extranjero, China parece reacia a repatriar a estos trabajadores, lo que deja a Pyongyang con el desafío de gestionar posibles disturbios mientras mantiene a los trabajadores en el extranjero.