- Bogotá se enfrenta a un racionamiento de agua sin precedentes en años debido a los niveles críticos de los embalses que la abastecen, una situación provocada por la sequía y la falta de lluvias.
- La medida, la más drástica desde 1997, afectará a más de ocho millones de personas en la ciudad y sus alrededores, dividiendo el área en nueve zonas con restricciones rotativas cada 10 días.
- Las autoridades monitorearán de cerca la situación, ajustando el racionamiento en función del comportamiento de las lluvias y el ahorro de consumo, mientras se busca garantizar el llenado de los embalses para el próximo año.
Por primera vez en décadas, Bogotá enfrenta un inminente racionamiento de agua a partir del jueves debido a la alarmante disminución de los embalses que suministran el vital líquido a la ciudad. Esta medida extrema, que no se veía desde 1997 debido a una falla técnica en los túneles, y que no se aplicaba por sequía desde 1984, responde a la crítica situación que enfrenta la capital colombiana.
El embalse San Rafael, situado en el municipio de La Calera y parte del sistema de abastecimiento de Bogotá, muestra un preocupante acumulado del 18%, con una tendencia a la baja. Este escenario es el resultado directo de las escasas precipitaciones registradas durante la última fase del fenómeno de El Niño que afecta a todo el país.
El racionamiento afectará a más de ocho millones de personas en Bogotá y sus municipios circundantes. La ciudad se ha dividido en nueve zonas, y cada una experimentará restricciones rotativas de agua durante 24 horas, una vez cada 10 días. Las autoridades evaluarán periódicamente la situación para determinar si se mantienen, relajan o aumentan las restricciones, en función de las condiciones climáticas y el ahorro de consumo.
El objetivo primordial es asegurar que los embalses se llenen adecuadamente para el próximo año, considerando las condiciones críticas del clima que se esperan para el 2025. Para ello, se buscará reducir el consumo en dos metros cúbicos por segundo, en un esfuerzo por preservar los recursos hídricos.
La sequía actual también ha puesto en relieve la necesidad de tomar medidas a largo plazo para aumentar la capacidad de almacenamiento de agua en Bogotá. El sistema Chingaza, que abastece al 70% del agua consumida en la ciudad, enfrenta una situación crítica, con el embalse San Rafael siendo utilizado en niveles que originalmente estaban destinados para casos de emergencia.
A nivel nacional, el gobierno ha establecido una mesa permanente de seguimiento de los niveles de los embalses, ante la preocupación por la sequía. Aunque se esperaba un aumento de las lluvias para marzo, el promedio estuvo por debajo de lo esperado, lo que afectó aún más los niveles de los embalses. Se prevé que en la última semana de abril aumenten las precipitaciones y gradualmente se recupere el sistema hídrico.