- Venezuela y Estados Unidos cumplen seis años sin relaciones diplomáticas en enero de 2025.
- Nicolás Maduro espera una “relación ganar-ganar” con la administración de Donald Trump, a pesar de las tensiones pasadas.
- Expertos destacan la incertidumbre sobre la política futura de EE. UU. hacia Venezuela y sus implicaciones económicas.
Venezuela y Estados Unidos están a punto de cumplir seis años sin relaciones diplomáticas, una ruptura que comenzó en 2019 y que se profundizó con la confrontación entre Nicolás Maduro y Donald Trump. El mandatario venezolano ha expresado su deseo de un “nuevo comienzo” con la reelección de Trump, esperando que se abra un espacio para una relación más constructiva. Sin embargo, la postura del republicano sigue siendo incierta, y las decisiones que tome respecto a Venezuela podrían definir el futuro de los vínculos bilaterales.
Los expertos coinciden en que hay dos posibles caminos para la política de EE. UU. hacia Venezuela: uno más agresivo, con la continuación de la presión económica y política, o un enfoque pragmático centrado en los intereses económicos. Para el exembajador venezolano, Óscar Hernández Bernalette, Trump tiene la capacidad de tomar decisiones impredecibles, lo que aumenta las expectativas sobre cómo podría cambiar la dinámica de la relación. Aunque Maduro se muestra dispuesto a mejorar los lazos, es difícil anticipar el curso que tomará la administración de Trump.
Posible cambio de enfoque en la relación bilateral
En la actualidad, la relación entre ambos países se encuentra en su punto más bajo, con una serie de sanciones económicas que han afectado gravemente a Venezuela, especialmente a su industria petrolera, la cual constituye su principal fuente de ingresos. La situación es aún más compleja con una creciente diáspora venezolana en EE. UU., que supera los 600.000 ciudadanos. El deterioro de los lazos diplomáticos ha tenido un impacto negativo en los venezolanos que residen en el país norteamericano, quienes enfrentan un entorno político cada vez más hostil.
A pesar de la ausencia de relaciones formales, ambos países han encontrado formas de interactuar, como el canje de prisioneros y la flexibilización parcial de las sanciones bajo la administración Biden. También se han dado pasos hacia la reactivación de empresas estadounidenses, como Chevron, en Venezuela, lo que resalta la importancia estratégica del país suramericano. Para Venezuela, la proximidad de EE. UU. como comprador de petróleo y posible fuente de turistas es crucial, pero, como señala Hernández Bernalette, la incertidumbre persiste respecto a las acciones de Trump una vez regrese al poder.