México se posiciona como el séptimo productor global de vehículos ligeros y el líder en tractocamiones, además de ser el cuarto en autopartes. Este logro no es producto de un solo gobierno, sino de décadas de políticas que han integrado eficazmente la cadena de valor automotriz.
El decreto automotriz de 1962 durante la presidencia de Adolfo López Mateos fue crucial, acelerando la producción nacional y atrayendo fabricantes globales, desde Detroit hasta Alemania y Japón. Esta política no solo impulsó la manufactura nacional, sino que también convirtió al sector automotriz en uno de los pilares económicos de México, superando incluso al petróleo en generación de divisas en 2023.
Los sucesivos decretos presidenciales han facilitado la transición de México de un modelo de sustitución de importaciones a uno de exportación automotriz, generando empleo directo para más de 2.1 millones de personas con los mejores salarios dentro del sector manufacturero nacional.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), ahora T-MEC, ha consolidado la posición del sector automotriz mexicano al establecer estrictas reglas de origen, fortaleciendo la interdependencia productiva regional. La transición hacia la electromovilidad y las nuevas regulaciones requieren una adaptación constante para mantener la competitividad frente a mercados como China.
La industria automotriz mexicana representa el 4.7% del PIB nacional y casi el 22% de las exportaciones manufactureras, enfrentando el desafío de consolidar su posición en un mercado global cambiante. La nueva administración debe enfocarse en políticas que fomenten la innovación, los incentivos fiscales verdes y la modernización de la infraestructura, incluyendo la recarga energética y el desarrollo de tecnologías sostenibles.
La regulación del parque vehicular y la lucha contra el contrabando son aspectos clave que requieren atención urgente para mantener estándares de eficiencia energética y seguridad vial. Además, la próxima revisión del T-MEC en 2026 y las oportunidades de colaboración con la Unión Europea son cruciales para definir el futuro de la industria.