En Italia, el tema del aborto ha vuelto a la palestra pública con una intensidad renovada. El Senado italiano ha aprobado recientemente una ley que otorga acceso a grupos antiabortistas a mujeres que están considerando interrumpir su embarazo, desencadenando una ola de tensiones en el país.
Esta decisión política ha resucitado un debate que lleva 46 años en el centro de la discusión pública italiana, desde la legalización del aborto en un país mayoritariamente católico.
El gobierno, liderado por Giorgia Meloni, ha logrado una victoria al asegurar la aprobación de esta ley. Con una mayoría en el Senado, el gobierno respaldó una enmienda vinculada a los fondos de recuperación pos-COVID de la Unión Europea, que permite a las regiones autorizar a grupos con experiencia en apoyo a la maternidad a tener acceso a los centros públicos donde las mujeres buscan asesoramiento sobre el aborto.
Para la derecha política, esta enmienda se percibe como una medida que respalda la intención original de la ley de 1978, conocida como Ley 194, que legalizó el aborto en Italia.
Sin embargo, para la oposición de izquierda, esta medida representa un ataque directo al derecho al aborto y a la autonomía reproductiva de las mujeres.
La ley de 1978 permite el aborto a pedido durante las primeras 12 semanas de embarazo o más tarde si la vida o la salud de la mujer están en peligro.
Aunque la ley establece centros públicos gratuitos de asesoramiento, el acceso al aborto no siempre está garantizado debido a la objeción de conciencia por parte del personal médico.
Giorgia Meloni ha asegurado que su gobierno no derogará la ley de 1978, pero ha promovido políticas pro-natalidad para abordar la crisis demográfica que enfrenta Italia. Con una de las tasas de natalidad más bajas del mundo, el gobierno busca aumentar el número de nacimientos para evitar una crisis económica.
La aprobación de esta ley y las políticas pro-natalidad generan un intenso debate sobre los derechos reproductivos y la política demográfica en Italia, profundizando las divisiones en la sociedad italiana y desencadenando una reflexión sobre el futuro de la legislación sobre el aborto en el país.