El gobierno de Joe Biden estableció límites estrictos a la presencia de ciertos productos químicos persistentes en el agua potable.
Lo que obligará a las compañías de suministro a reducirlos al nivel más bajo que pueda medirse de forma fiable.
Esta medida reducirá la exposición a esas sustancias para 100 millones de personas y ayudará a prevenir miles de enfermedades, incluidas algunas formas de cáncer, según las autoridades.
Se trata de la primera norma nacional que impone un límite en el agua potable para las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), cuyo uso es generalizado y que permanecen mucho tiempo en el entorno.
Activistas de salud elogiaron a la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) por no hacer concesiones en los límites propuestos el año pasado. Sin embargo, las compañías de aguas expresaron objeciones, afirmando que los sistemas de tratamiento de aguas son costosos de instalar y que los clientes acabarán pagando más por el agua.
Las empresas de agua están entrando en una nueva era con un incremento considerable de los estándares de salud, que según la EPA harán el agua del grifo más segura para millones de consumidores, una de las prioridades del gobierno de Biden. La agencia también ha propuesto obligar a las compañías a retirar las peligrosas cañerías de plomo.