En un nuevo episodio de violencia en Ucrania, las fuerzas rusas dispararon aviones no tripulados contra dos edificios de apartamentos y una central eléctrica en Járkiv, la segunda ciudad más grande del país, dejando un saldo de cuatro muertos, según las autoridades locales.
Este ataque se enmarca en una estrategia más amplia de intensificación de los bombardeos en zonas civiles por parte de las fuerzas del Kremlin.
Durante los últimos meses, Rusia ha incrementado sus ofensivas aéreas sobre Ucrania, especialmente en áreas urbanas y en la red eléctrica. A pesar de que el frente de batalla está prácticamente estancado, las autoridades de Kiev advierten que las tropas rusas podrían estar probando sus capacidades antes de una posible ofensiva a gran escala en verano.
El Instituto para el Estudio de la Guerra señaló que esta escalada de ataques podría obligar al ejército ucraniano a desplegar sus sistemas de defensa antiaérea lejos del frente, lo que beneficiaría a Rusia al proporcionarle una mayor cobertura aérea para sus operaciones terrestres.
En respuesta a los ataques, las autoridades ucranianas derribaron 11 de los 20 aviones no tripulados disparados por Rusia durante la noche. Además, Rusia también atacó la infraestructura de energía en las regiones de Járkiv y Dnipropetrovsk, causando dos heridos, según el Ministerio de Energía ucraniano.
Este nuevo episodio de violencia ha dejado claro, una vez más, la grave situación en la región y ha generado condenas internacionales. Dmytro Lubinets, jefe de derechos humanos de Ucrania, calificó a Rusia como un “país terrorista” y abogó por un tribunal internacional para juzgar sus acciones.