- Los sospechosos enfrentan cargos de terrorismo y prisión preventiva después del ataque.
- Rusia busca vínculos con el Estado Islámico, mientras el Kremlin niega la colaboración occidental.
Los cuatro individuos acusados de perpetrar el ataque mortal en la sala de conciertos Crocus, a las afueras de Moscú, comparecieron ante el tribunal del distrito moscovita de Basmanni. Con visibles señales de violencia, los detenidos, de nacionalidad tayika, se enfrentan a cargos de terrorismo y la posibilidad de cadena perpetua. La sesión, en su mayoría a puerta cerrada para respetar a las familias de las víctimas, destacó por la participación de intérpretes debido a la barrera lingüística de dos de los acusados.
Las autoridades rusas continúan investigando posibles conexiones con el Estado Islámico, aunque el Kremlin ha negado cualquier colaboración occidental en el caso. A pesar de los señalamientos hacia Ucrania, la única certeza hasta el momento es que los sospechosos residían en Rusia. La comparecencia reveló detalles impactantes, como el estado físico demacrado de los acusados y la presunta brutalidad sufrida durante su detención.
El vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, ha declarado enérgicamente que los responsables del ataque recibirán un castigo severo, reavivando el debate sobre la reinstauración de la pena de muerte en el país.
La audiencia también arrojó luz sobre la supuesta implicación de un mediador desconocido que ofreció compensaciones financieras a cambio de llevar a cabo el acto violento. Detalles adicionales, como el presunto uso de dispositivos de tortura durante el interrogatorio, han generado una conmoción adicional en el país.
El atentado en la sala Crocus ha desencadenado un llamado urgente para revisar las políticas de seguridad y justicia en Rusia, mientras las familias de las víctimas exigen justicia y transparencia en el proceso judicial.