Las festividades de las Fallas de Valencia llegan a su cierre con la tradicional Cremà de cerca de 770 monumentos, tanto grandes como infantiles.
Este año, el tema recurrente ha sido un clamor casi unánime a favor de la paz y la conciencia ambiental en un contexto global marcado por conflictos, tragedias e injusticias.
A pesar del dolor causado por el devastador incendio en el barrio de Campanar el 22 de febrero, las Fallas han registrado cifras récord de afluencia turística, con aproximadamente un millón de visitantes durante los cinco días principales de celebración. Sin embargo, este año también ha sido testigo de un creciente nivel de incivismo, lo que demanda respuestas urgentes por parte de las autoridades.
La Cremà de las 384 fallas grandes inició a las 22 horas, con un espectáculo de castillos pirotécnicos y el sonido constante de petardos. Entre las fallas destacadas se encuentra la de L’Antiga de Campanar, ganadora del primer premio de la sección Especial con el monumento “Canvi climàtic”, que buscaba concienciar sobre el cambio climático y sus impactos.
El momento más simbólico llegó con la Cremà de la falla municipal en la plaza del Ayuntamiento, donde dos enormes palomas se disputaban una rama de olivo, representando la contradicción entre la guerra y la paz. Esta falla, diseñada por el artista urbano Escif, generó controversia por su mensaje social y político.
El evento concluyó con la Cremà de un centenar de fallas, seguida de un exhaustivo trabajo de limpieza para gestionar los residuos generados. A pesar del éxito abrumador de las Fallas, la ciudad de València enfrenta el desafío de encontrar un equilibrio entre la celebración masiva y las necesidades de sus habitantes y el medio ambiente.