La guerra en Siria ha cobrado la vida de más de 507 mil personas, según informó el jueves una organización no gubernamental, en vísperas del 13er aniversario del inicio del conflicto, que ha provocado millones de desplazados.
La represión brutal por parte del gobierno contra la movilización popular que surgió el 15 de marzo de 2011 desencadenó una guerra civil en la que participaron ejércitos extranjeros y grupos yihadistas.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con sede en el Reino Unido pero con una amplia red de fuentes en el terreno, reportó que más de 164 mil civiles perdieron la vida, incluidas más de 15 mil mujeres y 25 mil niños.
Además, más de 343 mil combatientes, entre ellos soldados, milicianos de grupos proiraníes, fuerzas kurdas y yihadistas del Estado Islámico, también han fallecido. En marzo de 2023, la cifra total de muertes era de 503 mil.
El régimen del presidente sirio, Bashar al Asad, ha recuperado gradualmente el territorio perdido con el apoyo de Irán y Rusia, aunque amplias zonas del norte del país permanecen fuera de su control.
La ONU estima que en 2024, 16.7 millones de personas en Siria necesitan asistencia humanitaria o protección, la cifra más alta desde el inicio de la crisis en 2011.
La guerra ha causado estragos en la economía, infraestructura e industria de Siria, agravados por las sanciones occidentales. Al menos 7.2 millones de personas están desplazadas internamente en el país, según la ONU.
El terremoto que sacudió el noroeste de Siria y el sur de Turquía en febrero del año pasado empeoró la situación de los desplazados. El 90% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.
Suhair Zakkout, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja en Damasco, advirtió sobre las “consecuencias devastadoras” del conflicto, que ha provocado un “dolor inimaginable”.
“En Siria, hay toda una generación que solo ha conocido la pérdida, el desplazamiento y la guerra”, afirmó.