En una tarde lluviosa, Yejin se encuentra preparando el almuerzo para sus amigas en su acogedor apartamento en las afueras de Seúl, Corea del Sur. Aunque felizmente soltera, Yejin y sus amigas comparten una preocupación común que refleja una tendencia cada vez más pronunciada en la sociedad surcoreana: ninguna de ellas planea tener hijos.
Las estadísticas revelan una situación alarmante: Corea del Sur ostenta la tasa de natalidad más baja del mundo, con cifras que continúan disminuyendo año tras año. En 2023, la tasa de natalidad cayó otro 8%, situándose en 0,72, muy por debajo del nivel necesario para mantener una población estable.
Esta situación ha llevado a los líderes políticos a declarar una “emergencia nacional”. A lo largo de casi dos décadas, el gobierno ha destinado enormes sumas de dinero para abordar el problema, ofreciendo una variedad de incentivos financieros para fomentar la paternidad. Sin embargo, estos esfuerzos no han tenido el impacto esperado, y los políticos se ven obligados a considerar soluciones más innovadoras y, a menudo, controvertidas.
Hablando con mujeres como Yejin, queda claro que las razones detrás de esta tendencia son complejas y multifacéticas. Para muchas mujeres, la decisión de no tener hijos está influenciada por las exigencias del mercado laboral surcoreano, que impone jornadas laborales largas y una presión constante para mejorar profesionalmente. Yejin, por ejemplo, se siente atrapada en lo que describe como un “ciclo perpetuo de trabajo”, donde apenas tiene tiempo para cuidar de sí misma, mucho menos para criar a un hijo.
Además de las demandas del trabajo, las mujeres surcoreanas también enfrentan obstáculos sociales y culturales. La soltería es vista como una fase temporal en la vida de alguien, y las mujeres solteras que deciden tener hijos enfrentan estigmatización y discriminación. Además, el alto costo de la vivienda y la educación infantil hacen que criar hijos sea financieramente inaccesible para muchas parejas jóvenes.
A pesar de estos desafíos, algunas mujeres como Stella Shin, una profesora de inglés de 39 años, encuentran satisfacción y plenitud en su vida profesional y personal sin hijos. Stella, al igual que muchas mujeres surcoreanas, ha optado por enfocarse en su carrera y en sus propios intereses en lugar de tener hijos.
La historia de Minji, una mujer de 32 años, arroja luz sobre otra faceta de este fenómeno. Después de una infancia y juventud marcadas por una presión implacable para sobresalir académicamente, Minji ha optado por no tener hijos para evitar someter a otra generación a la misma experiencia agotadora.
A medida que Corea del Sur enfrenta las implicaciones de su crisis demográfica, los líderes políticos están comenzando a reconocer la profundidad y complejidad del problema. Sin embargo, el camino hacia una solución sigue siendo incierto, y el futuro de la sociedad surcoreana está en juego.
Mientras tanto, mujeres como Yejin han optado por buscar una vida más equilibrada y gratificante en otros lugares. Después de mudarse a Nueva Zelanda, Yejin ha encontrado un nuevo sentido de libertad y autonomía, lejos de las presiones y expectativas de su país natal.
A pesar de los desafíos y las dificultades, las mujeres surcoreanas continúan enfrentando su futuro con valentía y determinación, desafiando las normas sociales y buscando la felicidad y la realización en sus propios términos.