Este jueves, el canciller de Venezuela, Yván Gil, anunció la suspensión de las actividades de la oficina técnica de asesoría del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Venezuela. El Gobierno de Nicolás Maduro otorgó un plazo de 72 horas para que el personal vinculado a la oficina abandone el país.
Según Gil, en los próximos 30 días, se llevará a cabo una revisión integral de los términos de cooperación técnica descritos en la carta de entendimiento firmada con la agencia de derechos humanos de la ONU. El canciller afirmó que la oficina se desvió de su mandato, acusándola de desempeñar un “impropio papel” y convertirse en una “caja de resonancia de la oposición más extrema del país”.
En un comunicado, el Gobierno venezolano indicó que esta medida se mantendrá hasta que rectifiquen lo que consideran una actitud “colonialista, abusiva y violadora de la carta de las Naciones Unidas”, solicitando una corrección ante la comunidad internacional.
La reacción de la oficina del coordinador residente del Sistema de la ONU en Venezuela está aún pendiente, ya que CNN se ha comunicado con ellos sin obtener respuesta hasta el momento.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa de Venezuela condenó la decisión del Gobierno, expresando su preocupación por el aumento de la desprotección de las víctimas de violaciones a los derechos humanos.
Esta medida se produce después de las observaciones del relator especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, Michael Fakhri, quien, tras su visita al país, señaló altos índices de pobreza y pobreza extrema en Venezuela. Fakhri también mencionó que los programas del Gobierno para combatir el hambre, como el CLAP, se han convertido en “donaciones caritativas” susceptibles al “clientelismo político”.
El informe de Fakhri destaca que las sanciones y la alta inflación en Venezuela han contribuido a la situación, debilitando el poder adquisitivo y aumentando los riesgos de inseguridad alimentaria. Además, menciona que algunos ciudadanos recurren a “mecanismos negativos” para enfrentar la situación, como reducir el tamaño de las raciones o recurrir a intercambios de sexo por comida, una realidad reportada por numerosas organizaciones.