A pesar del aumento significativo en la presencia de fuerzas federales en Guerrero, el obispo de Chilapa, José de Jesús González, expresó su escepticismo sobre la efectividad de estas medidas para frenar la violencia en el estado. Más de 15 mil elementos de seguridad fueron enviados en enero de 2024, pero los índices de homicidios solo mostraron una ligera disminución en comparación con el mismo periodo del año anterior.
El obispo criticó la estrategia de patrullar por uno o dos días y luego retirarse, permitiendo que los criminales regresen y reinicien sus actividades violentas. Aunque reconoció que la presencia militar temporal puede brindar un respiro a las comunidades, insistió en la necesidad de una presencia constante para garantizar una paz duradera.
Durante enero, los grupos criminales llevaron a cabo acciones violentas, incluyendo la quema de unidades de transporte público y asesinatos de choferes, lo que resultó en la suspensión de servicios en las principales ciudades del estado. A pesar de los esfuerzos del gobierno federal, la violencia persiste, afectando tanto a zonas turísticas como a la capital del estado.
José de Jesús González sugirió que la estrategia de abrazos en lugar de balazos, mencionada por el Presidente, ha llevado a la liberación de criminales sin una persecución adecuada. La preocupación de la comunidad se refleja en el impacto económico en Chilpancingo, que ha sido paralizada por la violencia.
Aunque el gobierno federal ha desplegado más de 15 mil agentes de la Guardia Nacional, la Secretaría de Marina y soldados, el investigador Fernando Jiménez señala que estos operativos no están respaldados por estrategias sólidas para desmantelar financieramente a los generadores de violencia. La falta de acciones más allá de la disuasión en espacios públicos podría limitar el impacto a largo plazo de estos despliegues.