A primera hora del 11 de marzo de 2004, cuatro trenes sufrieron explosiones en distintos puntos de Madrid, dejando una estela de muerte y destrucción en plena hora punta.
Las imágenes de cadáveres en las vías y los servicios de emergencia atendiendo a los heridos conmocionaron a toda España, convirtiendo ese día en un trágico hito en la memoria colectiva del país.
Las bombas, colocadas por un grupo de yihadistas inspirados en los mensajes de al Qaeda, liderados por Osama Bin Laden, cobraron la vida de 192 personas y dejaron cerca de 2.000 heridos. Este ataque, conocido como el 11-M, se convirtió en el atentado más sangriento en suelo europeo en lo que va de siglo.
Carola García Calvo, directora del Programa sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano de España, conversó sobre las circunstancias que facilitaron esta masacre, qué se aprendió de ella y cuál es la situación actual de la amenaza yihadista.
En retrospectiva, los ataques del 11 de marzo de 2004 en Madrid tuvieron un impacto significativo en España y en la lucha contra el terrorismo a nivel mundial. Estos ataques, perpetrados por yihadistas inspirados en al Qaeda, sacaron a la luz la realidad de una amenaza terrorista hasta entonces subestimada por el público español.
La guerra contra el terror lanzada por Estados Unidos después del 11-S desencadenó una serie de eventos que llevaron a una reconfiguración del panorama yihadista global. Al Qaeda, debilitada por la pérdida de su santuario en Afganistán, adoptó una estrategia descentralizada, facilitando así la ejecución de ataques por parte de células afiliadas en diferentes partes del mundo.
En el caso de España, la decisión del gobierno de sumarse a la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003 contribuyó a que al Qaeda señalara específicamente a España como objetivo. Sin embargo, los planes de atentar en España surgieron de la iniciativa de un individuo, Amer Azizi, quien buscaba vengarse de la intensa actividad contraterrorista en el país y el desmantelamiento de su célula yihadista.
El impacto político de los ataques del 11-M en España fue significativo, especialmente en el contexto de las elecciones que se celebraron poco después. Aunque no hubo una relación directa entre la fecha de los ataques y las elecciones, la gestión del gobierno de una posible autoría de ETA generó división y controversia en la sociedad española.
Veinte años después, la amenaza terrorista sigue presente, aunque ha evolucionado. La cooperación internacional se ha fortalecido como una herramienta fundamental en la lucha contra el terrorismo, y se han intensificado los esfuerzos para prevenir nuevos ataques.
Sin embargo, la naturaleza de la amenaza ha cambiado, con un mayor énfasis en los actores solitarios o pequeños grupos que actúan inspirados por la ideología yihadista. Aunque nunca se puede descartar la posibilidad de un ataque de gran escala como el del 11-M, las estructuras y capacidades de los grupos yihadistas en Europa occidental están mermadas por años de lucha contraterrorista.
La Franja de Gaza, debido a su sensibilidad para el yihadismo mundial, podría convertirse en un punto de conflicto que revitalice la amenaza terrorista en Europa. Es crucial mantener la vigilancia y la cooperación internacional para prevenir futuros ataques y proteger a las sociedades de esta amenaza persistente.